Como Franciscanas Misioneras del Sagrado Corazón

Mantenemos y acrecentamos la llama del Amor divino meditando la pasión de Cristo; para vivir, transmitir y testimoniar como apóstoles franciscanas el Misterio de la ternura de Dios para con cada Hombre, nos identificamos con sus sentimientos de bondad y pobreza, «aprendiendo en la gran escuela del Calvario a sufrir y amar» alcanzando «celo apostólico, profunda benevolencia, amor redentor» para con todos los hermanos, desde los más cercanos a los más alejados.

Buscamos de vivir la ascensis espiritual de la abnegación de nosotras mismas y en la conversación constante a Dios, y procediendo en el camino espiritualcon ánimo fuerte, sencillas y agradecidas en cualquier lugar intacto el espíritu y el celo de las primeras hermanas, privilegiadas discípulas y fieles herederas de las virtudes de nuestros fundadores, nosotras, queremos ser dóciles al Espíritu que vive y obra en la Iglesia al la cual prestamos obediencia y servicio.

Nos esforzamos pues, de reconocer su llamado para responder con humildad  responder con humildad, confianza y valor en el discernimiento de los servicios que nos corresponden ofrecer y de los medios que debemos empeñar.

Para que siempre busquemos la gloria de Dios, le brindemos nuestra alabanza y manifestemos su Presencia, encontrando en Él, el significado de todas las cosas de cada acontecimiento y de todas la criaturas.

En síntesis el carisma de las FMSC puede ser definido así:

Nosotras Hermanas Franciscanas Misioneras del Sagrado corazón, consagradas en fraternidad, en actitud de benevolencia, minoridad e itinerancia, manifestamos a todas las criaturas el amor redentor de Jesucristo Crucificado